Imagen de perfilEL OBSERVATORIO DE LA JUSTICIA

Esperanza Temprano Posada 

Los años de ejercicio me han hecho más sabio. He aprendido, incluso, a sacar partido de los tiempos muertos en los pasillos de los juzgados. Suelo colarme en la sala de vistas para presenciar los juicios anteriores al mío y observo la conducta de mis colegas en el estrado: desde el joven aspirante a letrado, al que le queda tan grande la toga como la maquinaria procesal, hasta el astuto jurista que se las sabe todas y repite una y otra vez, como un disco rayado, las carencias de su contrincante. De paso le tomo el pulso a Su Señoría y compruebo si está o no para muchas zarandajas y si es de los que piensan que la independencia judicial les otorga un estatus de eslabón perdido entre Dios y el hombre. Cuando llega mi turno, sé a qué atenerme y rara vez me equivoco.

 

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