Una antigua deuda
Lita Rivas FolgarEs una evidencia que los planes de previsión para cualquier joven no existen. Pero yo, siendo niña y de origen humilde, decidí ser abogada. Tuve que compatibilizar estudio y trabajo. Me licencié y conseguí empleo en un bufete.
Una mañana encontré una nota sobre mi mesa: era de la empleada de limpieza. Finalizaba su contrato y me pedía ayuda, una suspensión decía, aunque el término correcto era prórroga, por una situación económica desesperada. La nota acabó en el cajón y ella en la calle. Pero entonces la releí con atención y…no me cabía duda, aquel nombre, apellidos y entonces recordé: habíamos compartido pupitre durante la educación primaria y también los bocadillos, que ella me traía y yo devoraba. Le conseguí un trabajo mejor. Me lo agradeció, pero yo seguía sintiéndome en deuda, porque ella no había aludido a aquellos años de colegialas. Decidí mencionárselo yo. Ése fue mi indulto.