Imagen de perfilLA VIDA ES JUICIO

Enrique Barbero Rodríguez 

Si no me concedían la suspensión de la pena, sólo me quedaba solicitar el indulto, con pocas o ninguna posibilidad de conseguirlo.
Estudié Derecho y continué mi vida profesional entre leyes, legajos, vistas y demandas. Me casé y tuve dos hijos, Justo y Temis. Desde joven sentí pasión por este trabajo y, sin embargo, ahora se me acusaba de un delito continuado, cometido, nada menos, durante mis veinte años de ejercicio.
Así, convertido en abogado y reo frente a mi mujer y juez, me planteaba un divorcio que me dejaba sin previsión de futuro. Su alegato final se fundamentaba en que había más que evidencias de que me tomaba la vida como si de un juicio se tratase.

 

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