El reencuentro

Mayte Campos Anglés · Blanes (Gerona) 

Salí de los juzgados henchido de satisfacción por haber conseguido que la causa se paralizara y terminase en sobreseimiento. Claro que el argumento era infalible, nadie puede estar en dos sitios tan alejados a la vez, y sobre mí no recaía sospecha alguna. Así que pensé, complacido “la justicia funciona” y hasta se me pasó por la cabeza llevarle una ofrenda a santo Tomás, como sé que hacen algunos de mis colegas más devotos, idea que descarté de inmediato dadas mis tendencias ateas. Pero cuando lo vi delante de mi coche con esa sonrisa indescriptible, el corazón me dio un vuelco; nada comparado con la frustración que experimenté al ver la deslucida fotografía en blanco y negro que plantó ante mis ojos. No éramos gemelos idénticos como había descubierto recientemente, éramos trillizos homogéneos, y al parecer yo era el único de los tres que lo ignoraba.

 

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