Frente al espejo

Manuel de la Peña Garrido · Madrid 

Cada mañana, al afeitarse, el magistrado afronta el juicio del espejo. Cada mañana encuentra más terrible su propio rostro. No se inmuta. No mientras las cicatrices de sus crímenes solo alcancen su imagen virtual. Esta madrugada se rasura ante un espejo dorado. Lejos, aullidos, gruñidos; la jungla. En el lujoso dormitorio, la respiración acompasada de la becaria. La recomendó al abogado de un narco para una pasantía especial: abandonaría los legajos y sumarios siempre que él la requiriese. Como ahora. Invitados a una cacería del tigre. Exquisito soborno del Clan de los Dimitris. ¡Pensar que años antes apenas cobraba algún pichón! La huelga de controladores le permitió prorrogar su permiso, perderse en este paraíso de marajás. Siente su espléndido cuerpo acercándose. Lo contempla reflejado en la luna… Descubre el destello de un cañón. “Debo hacer justicia, cazar al monstruo”, sentencia ella, apuntándole. Varios disparos ahogan las últimas maldiciones del juez.

 

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