El fuego capital

Alvaro Ramiro Fernández · Buenos Aires (Argentina) 

— ¿Cuánto tiempo lleva en huelga de hambre, señor Dantés? — preguntó el joven estudiante de Derecho, que, gracias a una pasantía, probablemente obtenida a costa de contactos, tenía la oportunidad de estar en la celda, en “el corredor de la muerte”, y cara a cara, con el primer invitado a fallecer de la Argentina. — ¿Y vos quién sos, pichón? — resignado, pero apacible, el recluso aguarda indiferente su destino innovador, de mártir y pionero. Con la resonante ejecución de la presa se daría por comenzada, de manera ejemplar, la primera temporada de cacería humana nacional. —Ezequiel Barragán, es mi nombre, soy estudiante de Derecho y además secretario del juzgado que tramita su legajo, señor Dantés —el preso levantó su mirada—. Vengo a notificarle su sobreseimiento; hubo un incendio…, se quemó toda la secretaría con su expediente dentro… y no quedó una sola página que lo acuse de algo, es libre… señor Dantés…

 

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