Don Justo

Pascual Rebollo Valero · Madrid 

Don Justo entendía la justicia como una verdad matemática: la única conclusión a la que lleva todo planteamiento correctamente razonado. Le llamaron Justo, porque nació a los nueve meses exactos de gestación, incluido en el cómputo un Febrero bisiesto. Desde niño hacía honor a su nombre: tramaba huelga de hambre, si no le echaban el mismo número de garbanzos que sus hermanos. Se especializó en Derecho Natural. Mantenía que la Naturaleza era la única que impartía justicia de forma implacable. Por un compromiso de pasantía, tuvo que defender al acusado de dar muerte a un compañero de cacería, por la disputa de un pichón. Concluyó su exposición con las palabras: “…y, para mi defendido, pido la pena de muerte”. Ahora, estudia un grueso legajo de temas: prepara oposiciones de ferroviario. Sostiene que el tren es la única creación humana que avanza por la vía justa.

 

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