Justicia casera
José Vicente Pérez Bris · BilbaoSoy magistrado en ejercicio. Me apodan el juez “condena” por mi peculiar forma de ejercer. Tras sentenciar a no menos de seis encausados en una misma instrucción, me dispuse a volver a casa llevando con orgullo la pesada mochila de mis desmanes judiciales. Sin embargo, pese al éxito profesional, cada día acabando el trabajo, transformo la faz y entro en el hogar con el corazón encogido. Allí me espera una irascible esposa la cual me juzga cada noche sin piedad. Tras casarnos, ya estableció un decreto mediante el que mi libertad quedaba cercenada. Sin dilación me somete a una extensa encuesta y yo pormenorizo todos los casos enjuiciados con todo lujo de detalles. Parece disfrutar extrañamente en el relato de todas y cada una de las injusticias que cometo. Entre tanto, envuelto en burbujas de detergente, mientras froto la vajilla con el estropajo, purgo mis pecados diurnos.