Apesto, luego pago

Miren Yosune Parola Saez · Bilbao 

Después de la enésima llamada del departamento de fraudes de Apesto, reclamando los cargos fraudulentos que el chorizo de turno realizó con mi visa oro, perdí los estribos y me dirigí a la central dispuesto a montar un cirio. El director me recibió escoltado por un abogado que sonreía burlón, mientras se abanicaba con un boleto de primitiva. Ambos conocían su oficio y yo, oficiaba de pagano en la trama. Me explicaron que faltaba un documento en mi expediente, sin el cual era responsable del descubierto. Pese a desgañitarme inútilmente en mi favor, el leguleyo levantó la mano, callándome. -No se esfuerce. Este negocio es así. Vuelva a su trabajo y haga horas extras para pagar el desfalco. Por cierto, ¿a qué se dedica? Me tomé un minuto para responder. En el aire sonaron dos pequeños silbidos. -Trabajo de sicario -respondí dejándoles con una mueca estúpida en sus labios.

 

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