LECCIONES DE URBANIDAD PARA MELITÓN AMABLE
David Villar CembellínMelitón Amable nació malhumorado, en su bloque aún se recuerdan sus legendarias llantinas cuando era bebé. Y no tenía sueño, ni cólicos, ni hambre, sencillamente Melitón era así. Atrabilario desde la cuna. Conforme a su crecimiento, su carácter no mejoró. Hacía pucheros si no le gustaba la sopa, montaba guerras campales si tocaba baño. Su mal genio consistía su recurso primero; todo le venía mal, por todo protestaba. Fue más tarde, ya en la escuela, cuando aprendería a expresar con vehemencia su disconformidad. Melitón conseguiría proteger su esencia y ser preciso en sus desaprobaciones. Tanto logró pulir su descontento que en la universidad se decantó por Derecho. Ahí supo ocluir su suministro de bilis y colegiarse abogado, sus tremendos berrinches recuerdos del pasado. Pero todavía un escalofrío de placer recorre su espalda cada vez que se dirige al estrado, hincha el alma de los pulmones y grita: «¡Protesto! ¡Protesto! ¡Protesto!».
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Hay quien nace predispuesto para un oficio concreto. Uno en el que la protesta sea una estrategia habitual es el más adecuado para alguien que nunca está conforme con nada desde su nacimiento, que ha hecho de la aprobación y las quejas su razón de ser.
La forma en que está construido el relato, con palabras muy bien escogidas, además del irónico nombre de este abogado, constituye un ejercicio literario que se disfruta, al margen de que, como bien indica el título, este protagonista requiera profundas lecciones de urbanidad.
Un saludo y suerte, David
Agradecido por tus palabras, muy amable.
Enhorabuena, David, por tu micro. Me ha encantado aunque reconozco que los Melitones que me rodean en mi ámbito profesional no me gustan tanto. Mi voto y un abrazo!!
Muchas gracias, un abrazo también para ti.
Tu protagonista ha elegido el mejor lugar para protestar. Buen micro.
Te deseo mucha suerte, David. Te dejo mi voto.
Besos apretados.
Muchísimas gracias por tus palabras, besos a ti también.
A los padres de Melitón, cuando nació, debieron decirles: «Ha tenido usted un abogado». No se puede ser más vocacional. Un abrazo y suerte.
Gracias por tu comentario, nos leemos.