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Héctor Kaparos Serrano 

Colgó el teléfono. Durante unos hondos segundos juró que el despacho se le caía encima. ¿Resopló? Suspiró. Acto seguido tumbó la fotografía, incapaz de sostenerle la mirada.
¿Qué hacer? ¿proteger al cliente, o a sí mismo? Se preguntó cómo habían llegado a aquel punto, aquella guerra fría con los justiciables en el frente, y ellos al suministro del fuego cruzado; una pugna impersonal y gélida, brecha en crecimiento constante que se llevaban puesta al acabar la jornada, aunque actuasen como si no pasase nada. Se encendió un pitillo.
El fondo oscuro del puerto, encuadrado en la ventana, le devolvió un reflejo desmejorado. Si volvía ahora la encontraría despierta, esperándole con algún tema de poca importancia en la boca. Frunció los labios. Tenía suficiente con el teatrillo que hacían en sala como para repetir la función en casa. Así, esperó asediado por el hambre hasta agotar su último recurso: el tiempo.

 

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6 comentarios

  • Tu relato me ha recordado la excelente película «La costilla de Adán», que además he vuelto a ver hace poco. Dos abogados enfrentados en lo profesional, que aparte comparten su vida. Hay mundos que a veces es mejor que no se mezclen, siguiendo la máxima de cada cosa a su tiempo y todo en su lugar. Tu protagonista sabe bien que el último recurso que le queda, efectivamente, es el tiempo, el mayor juez que existe, el que quita y da razones y nunca se equivoca. La solución al conflicto vital que vive, o bien su explosión sin remedio, no tardarán en manifestarse para cerrar la crisis.
    Espero no haber errado demasiado con mi pequeña interpretación de este relato, que has redactado con oficio, para narrar un singular conflicto.
    Un saludo y suerte, Héctor

     
    1. Estimado Ángel,

      Muchas gracias por tu comentario. No yerras en absoluto. La idea del microrrelato era superponer varias capas de conflicto que se ven permeadas por el asunto judicial de los clientes, y transpira hasta la relación personal y sentimental de los dos abogados. El factor tiempo juega un papel de fondo, de avance inexorable y resultado impredecible.

      Me alegro de que te haya gustado.

      Gracias de nuevo y saludos.