Imagen de perfilLa balada de Samba

Eduardo Gómara Castelar 

Todo el mundo ignora que en Nigeria hay muchos nobles y valientes caballeros. Samba, que así se llama mi cliente, es uno de ellos. Desde siempre, me contaba, tuvo el plan de salir de su aldea para volver a ella solo de visita, como un hombre respetable. Y lo hizo; cruzó media África a pie o en transportes de fortuna, como Abraham buscando la tierra prometida, persiguiendo el sueño de un futuro mejor. Los hombres llevan haciendo eso desde hace mil siglos, y cualquiera puede dar testimonio o razón de muchos así. Como Samba. Que vendió películas y cedés, bolsos falsos, se cansó del permanente decomiso de sus mercaderías y trabajó en una obra. A base de increíbles economías fundó una pequeña constructora especializada en obras a deshoras y reformó locales y empresas mientras todos dormíamos; nunca lloró ni se quejó de nada. Es un honor ser su abogado.

 

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