Toro de atún

Félix Fernández-Maqueda S. · Madrid 

Germán, empresario y sibarita, presumía de dos cosas: del precio de las personas y de su exquisito gusto de gourmet. Adoraba la lentitud de las percepciones que atrapan todos los sentidos: un buen traje, Puccini, el mar de fondo, champagne francés, delicatessen, mujeres de maneras sensuales, sedosas y perfumadas. Cuando su abogado le llamó a la salida del juzgado degustaba en el Goizeko un tartar de toro de atún regado con Moët Chandon. La sentencia de apelación le absolvía de los delitos de estafa y falsedad documental. Se felicitaron efusivamente. Cuando colgó pensó que en España sólo los muy tontos y los mediocres van a la cárcel. Brindó con su acompañante y continuaron hablando de la crisis de Cajamadrid. Al final de la comida llamó a Mamen, que estaba recogiendo a los niños, y le anunció que pasarían unos días en Baqueira, con su amigo el Magistrado y su mujer.

 

0 Votos

 

Queremos saber tu opinión