Reo de Cargo
José Vicente Pérez Fris · BilbaoSir Wilfred penetró en el calabozo con gesto cansado. Su apelación había sido desestimada en el juzgado. Christine aguantó su mirada con entereza. ¡Dios!, pensó él. Sólo he visto esa pureza en los niños. -No hemos tenido suerte, ¿verdad? -dijo la reo con marcado acento teutón. El abogado esperó una crisis nerviosa, pero ésta no llegó. -No se preocupe, sir Wilfred. Ha hecho todo lo posible. Es usted un fino gourmet. Pero este vino no lo ha sabido catar. No siempre se gana. -¡Pero amiga mía!-imploró el anciano una vez más-. Si se hubiera confiado a mí… -¡Entonces no habría hecho justicia con Leonard! -exclamó excitada-. Iré gustosa al cadalso. Nos encontraremos en el más allá. ¡Y hablaremos! Una semana después, Christine Volve fue ejecutada en la horca. Su abogado, el viejo Wilfred Roberts, azote de fiscales y testigos, no pudo evitar un velo de lágrimas en sus ojos.