Maestro o Esclavo

Silvia Vicedo Ramón · Alcoy, Alicante 

Constitución Guerrero se atusó el pelo mientras fijaba la pintura roja de sus labios con la lengua. Mientras tanto, su cliente, una mujer enfundada en un chándal rosa lloraba y retorcía el kleenex entre su dedos de uñas mordidas. “Ningún magistrado le dará la custodia compartida al cromagnón de su marido”, y apuntándola con el dedo añadió: “Obraremos con seguridad. Más vale una libra de prevención que una onza de curación”. La abogada alargó su mano y cogió un cigarrillo. “No le molesta que fume”, afirmó sin preguntar, y sin darle tregua prosiguió: “Y ahora, despreocúpese”. Miró el reloj y despidió a la mujer y sus pañuelos mientras sonaba el móvil. Escuchó una voz firme: “Si te vuelves a retrasar, te la cargas”. La intrépida abogada tembló ante la amenaza de su marido. Las carreteras estaban llenas de nieve y aún tardaría bastante en cruzar la ciudad…

 

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