El desayuno

Ismael Calle Sobrón · Bilbao 

La luz, el colegio de los niños, la hipoteca y la temible cuesta de enero en año de crisis. Según terminaba las uvas con la última campanada del 2008 y con la tripa llena, Pedro ideaba un plan que le condujera a ahorrar y mejorar su aspecto físico. Tomaría el ayuno como propósito para el nuevo año, como otros se apuntan al gimnasio o empiezan colecciones. A partir del día 1, renunciaría a su costumbre de desayuno inglés de huevos, bacón y tostadas en “El Rincón del Gourmet” a cambio de un té y dos galletas maría, tomadas en casa. El 9 de enero abandonó, o dejaba el ayuno, o la profesión. Esa mañana en medio de una apelación, comenzaron a sonarle de tal modo las tripas, que el juez llorando de risa le acuso de desacato. El sonrojo le duró del juzgado al bar de siempre.

 

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