Abogados en paro

Enrique Bonín Fernández · Matalascañas (Huelva) 

La ciencia jurídica estaba en crisis en ese país. Los juzgados morían de inanición, sin una apelación que llevarse a la boca. Las yerbas invadían las escalinatas de la cárcel. Las escaleras de las iglesias estaban desgastadas, abandonó la política y se dedicó a ayudar a los más desfavorecidos. Museos y bibliotecas tenían abiertas sus puertas de par en par durante todo el día. Los niños llenaban las escuelas. Las amas de casa eran expertas gourmets, igual que nuestras abuelas. Jueces y fiscales no eran protagonistas de nada. Los periódicos agotaban sus tiradas. Las gentes caminaban sosegadas. Los coches se aparcaban en las calles sin cerrar sus puertas con llave, como dicen que sucedía hace tiempo en ciertos países. Las deudas se pagaban puntualmente. Los políticos servían a sus electores sin corromperse ni medrar. La policía se aburría soberanamente. Los cuarteles militares se llenaban de telas de araña…

 

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