Imagen de perfilVacaciones en familia

JUAN PEDRO AGÜERA ORTEGA 

En mi larga trayectoria como abogada matrimonialista, jamás me había encontrado un caso tan enquistado. Mediar era una completa utopía. No alcanzamos un consenso ni sobre el reparto de los bienes ni sobre la custodia de los niños. Tras meses de confrontación, no nos quedó más alternativa que poner el asunto en manos de un juez.
El día de la resolución, su señoría repasó pausadamente todas las alegaciones antes de dictaminar sentencia. Cuando nos llamó al estrado, noté mi mano temblar; estaba tan nerviosa como en mi primer caso. Me había entregado a este proceso por completo y, además de mi prestigio, también me jugaba el piso en Madrid y el chalet en La Manga. Por los niños no me preocupaba, era su madre; solo faltaba dirimir si seguiría disfrutando con ellos las vacaciones en el Mar Menor o las pasarían con el indeseable de su padre.

 

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