Imagen de perfilIRONÍAS DEL DESTINO

Francisco Javier García Ballesteros 

Años y años ejerciendo, permitiéndolo… No podía continuar accediendo a tal consenso leonino con aquellas empresas extranjeras. Mediar con estos clientes no servía para nada, la confrontación menos aún. Era una tomadura de pelo, mientras yo les costeaba el IVA y Hacienda revoloteaba, cual Martín Pescador, sobre mis minutas.

Me llegó el turno, pero el depredador fue más voraz que una avecilla silvestre. La resolución, una implacable paralela fiscal, me dejaba casi arruinada. No había alternativa. Mi fama por los Juzgados comenzaría a precederme y mi toga ahora se prestaba a la reconquista de aquel IVA que desprecié. Tomé asiento, expediente y calculadora en ristre. La cámara aún no grababa. Mientras el sonriente Juez me interpelaba, algo me decía que tenía otro caso ganado.

– Fortunata Masiva… Ironías del destino, ¿verdad, Letrada? …, pues hace usted honor a su nombre. Su familia estaría orgullosa de su colosal labor recaudatoria.

 

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