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Rosalía Guerrero Jordán 

Crecí con la pena de ver a mi madre regar con sus lágrimas mi infancia. Siempre intentando esconder la soledad en una alacena, esquivando los golpes que daba mi padre en la puerta del dormitorio hasta hacer saltar el marco.
Mi madre, cuyo único delito fue haberse enamorado del hombre equivocado, no encontró a tiempo el camino para salir ilesa del laberinto.
Mi madre, que como no pudo ser pájaro y echar a volar cosió alas a mi espalda para que volara yo.
Me la encuentro cada día en la mirada asustada de otras mujeres, a las que ayudo a escapar de sus verdugos. Y con cada orden de alejamiento, con cada agresor condenado, con cada niño que vuelve a sonreír al desvanecerse sus pesadillas, siento que yo también les voy cosiendo alas.

 

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