Imagen de perfilTrae mala suerte dejar cosas a medias

María Sergia Martín González- towanda 

—Estoy en casa, amor —dijo el muchacho mientras sonaba un bolero.
La anciana tomó su mano para incorporarse y empezar a bailar.
—No he tenido oportunidad de arreglarme. Estaré horrible.
—Me gustas así: despeinada.
—¡Zalamero…!

Era su cuadragésimo aniversario de boda. También hacía treinta años, once meses y dos días que él había fallecido. Era diecisiete. Era octubre. Era París. Participaban en una marcha para erradicar la pobreza. Se desvaneció de repente. La prensa parisina tituló que «a un joven abogado se le había partido el corazón luchando por un ideal».
Él prometió que, cada aniversario, tendría su bolero y un compañero de baile. Ella, que continuaría su estela.
Ambos guardaban fidelidad a esas promesas.

—¿Me acompañarás cuando termine este baile?
—Aún no. Aunque me veas vieja, todavía tengo fuerza y argumentos para defender la equidad global… Y demasiado supersticiosa como para dejar un proyecto o un brindis a medias.

 

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