Imagen de perfilMI CLIENTE 2020

JUAN CARLOS MONTERDE GARCĺA 

A punto de tomarme las uvas, recibo una llamada inesperada. Me comunican del hospital que un cliente estimado acaba de dejar nuestro mundo debido a esta pandemia global. De repente, derramo una lágrima mientras mi familia permanece atenta al reloj de Sol. Como varios compañeros, pertenezco al turno de oficio, y aunque el finado se encontraba casi en la pobreza, fue el mejor corazón que quizás haya conocido. De él he aprendido que la vida, pese a nuestros problemas, tiene un valor que a veces no apreciamos. Raimundo ya no tendrá oportunidad de acabar amistosamente su divorcio con su mujer, y empezar una vida nueva con su actual pareja. Me consuela al menos haber intentado que firmaran el mejor convenio regulador. Durante las campanadas no consigo erradicar de mi mente la imagen de aquel hombre bueno. Su humildad, sus reverencias, sus interminables ‘chapuzas’ para poder invitarme a comer… Adiós, 2020.

 

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