Imagen de perfilPelículas que marcan

Maria Navedo Saurina 

Cada año vuelvo a disfrutar esta película con mi bolsa de palomitas. El ídolo cinematográfico de una generación entera encarnaba el papel de abogado y los detalles del crimen eran escalofriantes: víctima joven, indefensa, nocturnidad y alevosía. Los acusados alegaron acatar órdenes y su inquebrantable lealtad complicaba la defensa dentro de un estamento tan rígido. Pese al riesgo de perder sus galones le estimulaba que se hiciera justicia. Citó al presunto cerebro como testigo y éste acudió orgulloso luciendo su uniforme, convencido de que hasta el aroma de su loción les atemorizaría desde el estrado. Él era un rey para su tropa y un abogado principiante no iba a destronarle. Pero el interrogatorio, inteligente y trabajado, consiguió desatar su rabia y arrancarle una confesión imprevista cuando respondió a la pregunta clave “¿Ordenó usted un Código rojo?” Fue su alegato el que nos convenció que todavía existen “algunos hombres buenos”.

 

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