Imagen de perfilLa tutela jurídica

Antonio Presencia Crespo 

El juez me miraba silencioso y pensativo, con la cabeza ladeada, entrelazadas las manos y las puñetas de ambos brazos de la toga.
De pronto, empezó a explicarme que no tenía derecho a la acción judicial porque no me podía otorgar la tutela que yo solicitaba.
Grité, con decepción, que sólo pretendía justicia contra aquella bestia, que me sonreía burlescamente desde el otro lado de la sala, mientras se le retorcía el tatuaje de su mandíbula.
–No hay justicia sin derecho tutelable,… del que usted carece- sentenció el juez.
Apenada, cogí la cesta de mi difunta abuelita, con la comida que ya mostraba señales de caducidad. Me puse mi capucha roja y comencé a avanzar, perseguida por el lobo tatuado, hacia el libro abierto del que habíamos salido.
–Ella es un personaje, pero el derecho a la tutela efectiva no es un cuento- oí decir a mi abogado mientras corría.

 

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