Hábitos

Enrique Bermejo Morate · Valladolid 

En mi cuarto dispongo de una pared libre, totalmente blanca. No hay cuadro, ni cartel que altere su pureza, solo así consigo evitar cualquier explotación sobre ella. La llamo el rincón inocente. Cada día le poso las manos, acerco mi rostro, aplico mi oreja y su superficie táctil me transmite soluciones con la misma seguridad que me daba mi profesor. Entonces puedo sentarme ya y elaboro las sentencias. Más tarde vendrán a administrarme pastillas para dormir.

 

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