El valor de la experiencia

Mar González Mena · Burgos 

Al final de la sala, un viejo toma notas con sus gruesos dedos sobre la pantalla táctil que le regaló su nieto. Con la paciencia de un profesor, se empeñó en explicarle sus múltiples funciones, pero él lo utiliza como una libreta cualquiera. Cuando dejó la explotación ganadera en la que trabajaba, su mujer se empeñó en que se buscara un hobby. Hace meses que acude cada mañana a los juzgados, elije un juicio, lo sigue con atención e intenta adivinar la sentencia. Tiene un alto índice de aciertos. Al último acusado le ha colgado el cartel de culpable nada más verlo. – Lo lleva escrito en la cara – comenta con su vecino de banco mientras piensa que, entre hombres y animales, no hay tantas diferencias.

 

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