El aroma de la revolución
Isabel Herrero Nava · MadridEl dibujo era su fuerte y era sabido.Cómo negarse a los ruegos de ella con ese brillo pícaro en sus ojos,dando saltitos y poniendo morritos:»porfa…porfa…».Diseñó el cartel «contra la explotación» que convocaba a la manifestación.A la segunda carga, se dispersaron;pero ella iba de su mano.Tras la esquina de los Juzgados vigiló.Al volverse hacia ella,se encontraron jadeantes,risueños,exultantes.Se besaron.Al salir toparon con unos antidisturbios rezagados que cayeron sobre ellos.No puedieron sonreirse en semanas.Años después ejerció en estos Juzgados y mirar de reojo la esquina donde se refugió le provocaba una oleada de calor agradabilísimo.Ahora profesor jubilado sentencia:»no perdáis tiempo con frías pantallas tactiles.Haced vuestra revolución aunque sea breve,pues por efímero que sea el instante su aroma es imperecedero.