Tal como éramos

Alba Taboada García · Madrid 

Entonces no teníamos recursos y tú, sin dinero pero lleno de ilusión, cruzabas el puente todos los días para coger un autobús que te acercara a la oficina. Tu mirada era tan inocente y tan limpia, que daba igual que afuera estuviera nublado porque a mí siempre me iluminabas el día. Hoy todo ha cambiado. Los éxitos se fueron sucediendo y pronto cambiamos aquel apartamento por un chalet en el que aún me pierdo. Tu chofer te lleva y te trae, tus corbatas ahora son de la mejor seda y juegas al golf con tus nuevos amigos, con los que hago todos los esfuerzos por caerles bien. Pero me he enterado de que te has enamorado de otra, y de que ella te acaba de dar calabazas; y yo, tonta de mí, sólo pienso en cómo consolarte y en cómo lograr que no vuelvas a pisar ese despacho.

 

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