El rencor

María Fernández de la Fuente · ¡µvila 

Al entrar en su bufete le asaltaba la misma pregunta que, lisonjera, se insinuaba cada día mordaz. Siendo hombre creativo, entre la fantasía y los cuentos eligió ser el buen hijo pródigo y siguiendo la tradición familiar tomó el derecho como puente entre vida y sueño. Cuando su conciencia empezaba a fortalecerse, sopesó que dedicarse a las letras le traería más introspección y unido a la tan sonada calabaza que le dio su amor de por entonces, decidió al gusto de su padre. Su madre, se guardaba al abrigo de la soledad, en el silencio de un susurro inocente que, tras la espuma de sus reproches languidecían el ritmo de su vida, recurso tejido de triste nostalgia. Estas decisiones que tomamos sin el mayor inconveniente empañan el cristal nublado con que la vida pasa a través de nuestros ojos, ahogándose en una maraña de contradicciones que comulgan con la ferviente fe.

 

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