Un mal trago

Rubén Ranz Martín · Getafe (Madrid) 

Se había quedado dormido como una marmota, y al despertarse de la borrachera, no dejaba de pensar en lo que tenía que hacer ese día. Era algo muy importante. Mientras que lo recordaba, desayunó un café con un cacho de pan untado en mermelada. No había terminado de comerse el dulce mendrugo cuando llamaron a la puerta. Era su abogada y en su rostro había una gesto de decepción. Entonces recordó aquello tan importante. -Te traigo tu fianza. Lucas no supo que decir y se quedó mirando ese rostro tan lleno de bondad. La cogió de la mano y se la beso con chulería mientras guardaba el dinero. -Te necesito, preciosa. -Ya no, hoy era tu última oportunidad y no te has presentado en el estrado. -¿Qué hago?. -Te queda media hora,¡huye!. Al salir a la calle, la policía le esperaba. Un trago difícil de digerir; ellas siempre mienten.

 

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