Tic, tac…

Abel Joan Sala Sanjuán · Cullera (Valencia) 

Alfonso Maestre siempre había querido ser ginecólogo, como su padre, pero acabó siendo un afamado abogado penalista, a pesar de todo. Su mujer, habilidosa con los números y de cerebro ducho en finanzas, se dedicaba a asesorar a sus clientes sobre cómo evadir impuestos sin miedo a una eventual resolución administrativa o judicial perniciosa. Un buen día, Alfonso, un hombre metódico y ordenado donde los haya, encontró sobre su mesa un panfleto que no recordaba haber depositado allí y que, sin duda, le despertó la curiosidad. Dejó de teclear el plazo que tenía entre manos y centró su mirada en aquel papel. Con un cuidado y perturbador diseño, su autor, se había encargado de que el mensaje quedara claro: “Pagarás por mis años de cárcel. Ni siquiera tu mujer podrá evadir mi venganza. Tic tac, tic tac…”. La amenaza cayó sobre la mesa balanceándose lentamente: la cuenta atrás había comenzado.

 

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