Hijo

Jorge David Ramos Cabrera · Las Palmas de Gran Canaria 

Eran las ocho de la mañana de un lluvioso día. Lo primero y si no quería llegar enchumbado al tribunal era coger el paraguas negro del perchero. Hoy comenzaba la primera sesión del juicio que durante meses había preparado. Cuando llegé y revisé mis notas comprobé que no había pedido el interrogatorio del demandado, mal empieza el día pensé, sin embargo, y al sacar del maletín la LEC comprobé que justo en la portada mi hijo había hecho un extraño dibujo, era una especie de sardina recibiendo un trofeo y un texto que decía «BUENA SUERTE PAPI» y no pude más que esbozar una gran sonrisa. Entonces, recordé que algo similar hice yo con mi padre treinta años antes y justo antes después de que S.S. me diera la palabra, mascullé en mi mente el viejo refrán que dice que antes de fraile fui monaguillo. Del juicio… mejor no hablar

 

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