Un sueño, ser abogada.
Dos progenitores poniendo todo de su parte para que lo consiga.
Tres compañeras charlatanas de habitación con las que conocerá la amistad, la camaradería, la empatía.
Cuatro años de carrera por delante.
Cinco maldiciones irreproducibles ante el libro de Derecho Romano.
Seis, las tazas de café matutinas por prescripción facultativa.
Siete veces siete, las noches sin dormir: estudiando, estudiando, estudiando.
Ocho, las patas dislocadas de la araña del fracaso, la polarización en su mente, la salmodia obsesiva narrándole historias de derrota.
Nueve, las ocasiones en que debe recurrir a su hermana antes del examen definitivo: «no lo voy a conseguir, dios mío, no lo voy a conseguir».
Diez, la nota final.
Once, las copas esa noche en compañía de sus mejores amigas.
La graduación, a las doce.
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Amigo David, lo vuelves a conseguir: la simplicidad, frescura y habilidad que tienes para enganchar desde el comienzo de tu relato es asombrosa.
Tu nota en redacción es un diez…, ¡qué digo un diez!, ¡UN DOCE!
Espero que llegues por lo menos a lo 13 votos. Mi voto y mi admiración, David, son tuyos.
Refrescante.
Gracias a todos.
Tratando de ser breve: es una breve genialidad. Mi segundo voto para este micro tan bien trabajado, David. Un saludo y suerte con él.
Felicidades por tu relato, me ha gustado mucho.
Te dejo mi voto y te deseo mucha suerte.
Un saludo, David.