Entre fantasmas
Lidia Ramallo SánchezHoy don Gonzalo se ha sorprendido al ver al joven abogado interesarse por él. Después de tantos meses acudiendo al bufete con su traje de tejido impecable, por fin se ha vuelto visible para alguien. Es un gran paso. No lo conoce, pero decide correr el riesgo y explicarle qué hace allí. Está tan nervioso que no consigue acordarse contra quién y por qué quiere interponer una demanda, solo sabe que busca preservar la justicia. El muchacho sonríe y se ofrece para acompañarlo a casa, aunque no lo sepa son vecinos desde hace un tiempo. Otro día estudiarán con detenimiento su causa. Al llegar se despiden con cariño. Mientras don Gonzalo se pierde bajo el panteón familiar el chico se dirige hacia los nuevos nichos del camposanto. A pesar de alegrarse por haberlo conocido, no puede evitar sentirse decepcionado: antes de empezar, el suyo es ya un caso perdido.
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El problema de los fantasmas es que ni siquiera saben que lo son. En lugar cambiar de dimensión, lo que se suele llamar pasar a mejor vida, prefieren seguir aferrados a un mundo al que ya no pertenecen, por eso nadie, salvo este joven abogado con algún don, se percata de su existencia, como también sabe que su causa está perdida por falta de presencia física de su posible cliente, pero a ver quién se lo cuenta.
Original, simpático y en modo alguno terrorífico, a pesar de salir un espectro.
Un saludo y suerte, Lidia.
Una historia bien llevada, me gustan los fantasmas amables.
Mi voto y un beso, Lidia.
Mi voto para tu cliente fantasma, Lidia. Un beso y suerte.