Derecho de familia
María Carmen Caamaño LópezLa madre se abanicaba con fervor al otro lado de mi escritorio y la hija imitaba su gesto altanero mientras yo trataba en vano de apaciguarlas.
—¿Realmente quiere demandar a una niña? Ese debería ser el último recurso.
—¡No me venga con esas! —gritó enfurecida—. Le pago para proteger nuestros intereses. Esa muerta de hambre nos ha hecho mucho daño y temo que esto que pueda afectar al crecimiento de mi pequeña.
La niña asentía con cada afirmación de la madre, quien siguió con su irrefrenable suministro de acusaciones.
—Primero fue la peonza que le hizo el abuelo. No vea lo que nos costó encontrar un carpintero que fabricara una exactamente igual para nuestra hija. Después vinieron aquellas galletas caseras para el recreo. Nuestros cocineros tardaron semanas en dar con la receta. Pero ahora, esto es el colmo, resulta que tiene un amigo. ¡Un amigo! ¿Se lo puede creer?
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No todo se puede comprar con dinero y hay cosas únicas, que no tienen imitación posible. Una peonza y unas galletas son solo detalles, pero llevan detrás un elemento humano que ni todo el oro del mundo podría fabricar, menos aún igualar ese gran tesoro que es un amigo.
Hay familias, y familias. La niña de esta familia acomodada haría bien en aprender valores de su compañera de clase humilde.
Un relato lleno de simbolismo, con un abogado al que le va a resultar difícil hacer su trabajo.
Un saludo y suerte, María Carmen
Me encanta la ironía de este relato :) ¡Suerte!
Pues casi me cuesta creerlo a mí también.
Me ha encantado, María Carmen.
Un relato tan original como bien escrito. La envidia cochina de siempre desde un ángulo muy divertido. Enhorabuena y mi voto. Un saludo
Muchas gracias a todos! Suena a tópico, pero la realidad supera la ficción y este microrrelato no es una salvedad ;)