Esperanza
Carmen LLopis FabraAyudar a erradicar la pobreza se había convertido en mi caballo de batalla. Por eso me había convertido en abogado especialista en Derechos Humanos y viajaba por el mundo con una ONG para tener la oportunidad de ayudar a los más desfavorecidos a encontrar su lugar en un mundo donde importaban más los recursos que las personas. Empezar un proyecto global sostenible era fácil, mantenerlo en el tiempo, casi una utopía.
Un día, ayudando a realizar los trámites legales para la construcción de una nueva escuela y la creación de una cooperativa textil se me acercó una niña de poco más de siete años y con delicadeza colocó en mis brazos su muñeca de trapo.
-Toma, cuida de ella un ratito. Se llama Esperanza. Que yo tengo que ir a la escuela para aprender mucho y de mayor ser cómo tú. Quiero que las dos tengamos un futuro.
+29
Queremos saber tu opinión
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Carmen, encantador relato, con un final muy tierno y como tu título lleno de esperanza.
Te deseo mucha suerte y te dejo mi voto.
Un abrazo.
Como tu protagonista señala, mantener un proyecto debe de ser, posiblemente, más difícil que iniciarlo, a pesar de que, como suele decirse, los principios siempre son difíciles. Pero escenas como la de esa niña, unida a su nombre, que da título a tu historia, son el combustible necesario para continuar.
Un relato de obligada lectura para esos momentos bajos que todos tenemos, en ese «todos» se incluyen, como humanos que son, las personas que tratan de mejorar un poco el mundo. Siempre hay motivos para continuar.
Un saludo, mi voto y suerte, Carmen
Un paralelismo que ojalá culmine con éxito, Y que enseñando a pescar, todo el mundo sea capaz de hacerlo. Un gran relato. Enhorabuena, mi voto, y todo lo mejor para 2021. Un saludo.
Un relato que invita a perseverar y a trabajar por un futuro que debemos imaginarlo siempre lleno de esperanza. Mi voto y enhorabuena.