Imagen de perfilToda una vida

Lidia Ramallo Sánchez 

Sentada en su despacho redacta el alegato final. En cuanto lo acaba me invita a tomar asiento para escucharlo. Lleva puesta la toga apolillada que guarda en el armario. Defiende la causa de un pobre hombre que se enfrentó en solitario a una multinacional que atenta contra el medio ambiente. Sabe que tiene las de perder, pero facilitar el acceso a la justicia de todas las personas le ayuda a dormir en paz. La forma más eficaz de actuar sería llegar a un acuerdo antes de la vista, pero a pesar de los años que trabaja como abogada sigue siendo una soñadora. Un hombre vestido de blanco entra en la habitación. Con cuidado le quita la toga y la prepara para ir a cenar. El reloj de la residencia marca las ocho en punto y yo, su orgulloso marido, le ofrezco mi brazo para acompañarla al comedor.

 

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