Imagen de perfilDefensa asesina

María del Pilar Gil Sánchez 

Los primeros rayos de sol colándose por las raídas cortinas de la habitación del motel no era suficientes para iluminar bien el cuarto de baño. -«Encenderé la luz, no quiero cortarme con la cuchilla de afeitar». .-«No he podido disfrutar más esta mañana, he sido el rey de la sala» pensaba mientras se aplicaba la loción con unas rápidas palmadas. Sonrió y el espejo le devolvió un reflejo escalofriante: el de su toga manchada de sangre colgada en la puerta. Se giró, cerró impertérrito la bolsa que contenía las partes descuartizadas de la joven que había defendido esa mañana y gozado toda la noche y cerró la puerta sigilosamente. Giró el cartel: «por favor, arreglen la habitación.»

 

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