UNA CONSULTA MUY PARTICULAR
David Gómez OrtasLa última visita de la tarde se presentó sin cita. Un hombre negro que, por su ropaje, parecía haber llegado ese mismo día desde algún lugar lejano de Oriente, y cuyo olor procedía de algún tipo de loción animal. Dijo llamarse Bal, y comenzó a explicarme su preocupación, mientras comía caramelos que extraía de una bolsa repleta de ellos. Se sentía inseguro por tener un contrato laboral temporal. Al parecer, trabajaba un solo día al año desde hacía bastante tiempo, aunque su sueldo le permitía disfrutar a cuerpo de rey el resto del año. Le aseguré que, en realidad, era fijo discontinuo, y se tranquilizó. Antes de marcharse, me preguntó si había pedido algo a los reyes magos. Contesté con sorna:
-los abogados tenemos fama de ser chicos malos.
Sonrió.
Al día siguiente, encontré sobre mi escritorio un saquito de carbón, y una nota escalofriante que decía:
Gracias. R. Baltasar.