Imagen de perfilFAMILIA

María José Velasco Méndez 

Don Mario volvió a mi despacho hace unos días. La fatiga había hecho verdaderos estragos en su marchito rostro. Apenas se apreciaba ya aquella luz en sus ojos que otrora me había hipnotizado cuando me visitaba para llevarle sus temas legales. Eran otros tiempos, no demasiado lejanos, pero otros tiempos. Tiempos que no presagiaban su gran pérdida y lo que vino unido a ella. Tiempos en los que jamás sospechó tener que litigar con su propia sangre para defender su única herencia; en los que ni siquiera cruzó por su mente la guerra que se avecinaba para poder salvaguardar lo único realmente de valor que le quedaba y deseaba: decidir dónde descansaría su amadísima Eva.

 

+10

 

Queremos saber tu opinión