Las sombras
José Luis Merchante PérezLa alambrada se veía desde el mar. El campo de refugiados que habían levantado cerca del acantilado presentaba un aspecto fantasmagórico. Apenas parecían sombras que iban y venían sin rumbo fijo. El rumor de las olas acercaba el eco de las sombras. Sonidos apagados, huérfanos de vida. El llanto de un niño rasgó el silencio, escapando, reclamando Justicia.
Nuevamente empezó a llover con fuerza, casi con rabia; como si el cielo quisiera borrar las fronteras y destruir los muros de los hombres.
Al bajar del barco, el abogado aflojó su corbata y se quitó la chaqueta, dio la mano a su mujer y tomó en brazos a su hijo. Acababan de llegar a su nuevo “hogar”, habían dejado atrás, su casa, familia, amigos, profesión,… la esperanza de una nueva vida, no los acompañó al entrar en el campamento. Ahora eran una sombra más en el olvido de los hombres.
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El olvido de los hombres, que razón tienes.
Suerte.