Imagen de perfilPREJUICIOS VENCIDOS

Eva María Cardona Guasch 

Quise alegrarme cuando mi hijo me anunció que, finalmente, no se matricularía en Derecho. Muy bien, le dije, no quiero ni imaginarte defendiendo a un ladrón, negociando intercambios de información por cárcel con un fiscal o procurando la impunidad de un criminal. Aún no sé cómo ni por qué pero, poco después de pronunciar esas palabras, mi hijo está envuelto en un turbio asunto, detenido y a la espera de declarar ante el juez de guardia. Él clama por su inocencia. Yo me encuentro confundido, consternado y dolorido como víctima de una despiadada paliza. Y precisamente ahora, sólo una persona alivia mi ánimo y consigue desestimar tal desasosiego. El único que con calma y sin prejuicios me ofrece la esperanza de que todo puede ir bien es el letrado que va a asistir a mi hijo. Al darle las gracias de antemano siento redimirme de aquellos pensamientos injustos.

 

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