Qué maldita la vida
Julia Lucía ParienteHace cinco años Miguel decidió buscar una alternativa a su situación laboral. Tras un último año extenuante trabajando en una de las llamadas “Big Four”, necesitaba cambiar de bando en el área legal.
Opositar nunca había entrado en sus planes, pero con el tesón que le caracterizaba retomó los estudios con una disciplina ejemplar. “Solo por regalar a mi familia todo el tiempo que les he robado años atrás vale la pena intentarlo”, solía decir a los escépticos.
El primer suspenso fue demoledor. Siempre fantaseó con conseguir la plaza de abogado del estado a la primera. Del segundo fracaso aún le costó más recomponerse. Se martirizaba recordando haber fallado la pregunta sobre el auto que tan bien se sabía.
A la tercera llegó la vencida, pero la suerte no quiso que llegara a festejarlo. La muerte le sorprendió de improviso en un accidente precisamente a la puerta del Juzgado.
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Felicidades, Julia. La verdad es que, con lo que cuesta aprobar una oposición y el sacrificio que conlleva, tiene que ser terrible sufrir ese accidente posterior.
Ahí va mi voto, y mucha suerte. Un saludo.
¡Gracias por tus palabras y por tu voto! Soy opositora así que sí, soy consciente del sacrificio que supone. Y, afortunadamente en mi caso, también de la enorme satisfacción del aprobado ☺️
De nada, Julia.
Mucha suerte.