El abogado
Gabriel Domenech Cabrera · Las PalmasLlegó al despacho abatido. Otro caso perdido. Años de trabajo y riesgo para que una prueba fallida sobre el tejido del vestido de la víctima le privara de conseguir justicia. A veces olvidaba por qué se dedicaba a esto. Ese día se sentía demasiado viejo para luchar por preservar los valores que guían a todo abogado.
Entonces se percató de ella. Al entrar no se había dado cuenta de la presencia de la niña. Estaba acompañada de sus padres. Pudo leer su lenguaje gestual: era visible su aturdimiento, el miedo, la inocencia perdida, la soledad… Entonces la derrota dio paso nuevamente a las ansias por luchar por los que no pueden defenderse a sí mismos y el anhelo insaciable de buscar y encontrar justicia.
-Señor -su secretario apareció a su espalda -, tenemos una menor esperando. Posible caso de abusos. Cuando esté listo la hago pasar…
¡Estoy listo!
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En toda actividad profesional, como en cualquier acción humana, puede haber retrocesos, derrotas y momentos bajos, fracasos que llegan a cuestionar las voluntades más firmes. A veces necesitamos una dosis de recuerdo, un hecho, un detalle, que vacíe el desánimo para poder continuar. La visión de está niña inocente, desvalida, y la posibilidad de ayudarla, es el mejor de los acicates, la motivación que necesitaba.
Un saludo y suerte, Gabriel
Gracias por el comentario, Ángel.