Imagen de perfilEl sueño de una niña

Déborah Albardonedo Martínez 

Nacida y bautizada como Clara Campoamor Rodríguez, hija de costurera y contable, tuvo que abandonar sus estudios al morir su padre. Azuzada por la necesidad, trabajó como modista, dependienta y telefonista, pero había en ella un fuego que apagar, un sueño.
Comprendió de niña que vivía en tiempos en los que una barrera debía derribarse. El género era una insondable excusa en aquellos inicios del siglo XX; las mujeres no eran iguales que los hombres. En aquellos años se negaban oportunidades por el mero hecho de llevar falda o pantalón.
Con tesón, la joven Clara logró completar sus estudios de Derecho, hacerse notar en la política nacional y cambiar la visión de muchos de los hombres de su tiempo.
Defendiendo sus creencias, como diputada en la Segunda República tuvo que luchar con otra mujer sobresaliente, Victoria Kent, y logró conciliar las posturas: se aprobó el llamado voto femenino.

 

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