Hola, hijo. No me acostumbro a no tenerte. Habitabas un mundo ignoto y prohibido, pero jamás me resigné a que tu autismo fuera una cárcel infranqueable. Ni siquiera antes de que iniciaras la terapia con Leo.
¿Sabes que ahora es una celebridad? ¿Recuerdas el caso de ese terrible accidente de avión en pleno vuelo sobre el mar? Gracias a su potente ultrasonido fue posible localizar la caja negra, con la que conseguí probar que todo fue debido a un fallo técnico. Finalmente la aseguradora tendrá que asumir mayores indemnizaciones para los familiares de las víctimas. Hasta me rondó la idea de llamarle a testificar, pero me temo que habría estado abocada a la inadmisión.
Desde que nos dejaste, Leo viene a esta playa cada año tal día como hoy. Las caricias que prodigo a ese conmovedor delfín tienen tu rostro por destino. Allí está. Salgo a tu encuentro, hijo.
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Me gusta, José Manuel. Tocas, en tan brevísimo espacio, un montón de asuntos: el autismo, la absolutamente irreparable pérdida de un hijo, el dolor sin precio y el precio del dolor (indemnización), la lealtad y entrega del hermano delfín -en palabras de san Francisco-… Suerte.
Muchas gracias, Manuel. Tu comentario es excelente. Te lo agradezco un montón. Disfruto mucho cada mes leyendo tus relatos. Son de una imaginación inagotable, además de divertidos y maravillosamente escritos. Un constante favorito. Mucha suerte para este mes y para la final.
Me ha encantado el relato José Manuel, mucha suerte.
Muchas gracias, Rafael. Me alegro mucho de que te haya gustado. Enhorabuena por tu relato. Muy bueno. Que tengas mucha suerte.