AL VIEJO PROFESOR

IGNACIO BERENGUEL GARCíA · ALMERíA 

Llegó otro indeseado viernes de la semana y centenares de personas se agolpaban junto a la placeta contigua a la Facultad de Derecho; se trataba de los estudiantes que portaban pancartas exigiendo al Gobierno el reintegro de los últimos plazos de las matrículas por la exagerada subida experimentada. A la postre, el alumnado sólo reivindicaba en su defensa, pero la suplicación era otra vez desoída. Sin embargo, aquella mañana pasaba por allí el viejo profesor de Derecho del Trabajo, hombre placible, que destilaba sabiduría y muy respetado por su gran experiencia docente. Le correspondía impartir su habitual clase a última hora y dirigiéndose con sencillez a los representantes del movimiento estudiantil les dijo que si no eran trabajadores carecían del derecho a la huelga. Y con aquel simple postulado, que tantas veces había explicado en sus magistrales clases, logró que todos desistieran y le acompañasen en su quehacer ordinario.

 

 

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