Derecho de admisión
Gabriel Pérez MartínezEn nuestro reino de cuento, convivimos diferentes animales. Atrás quedaron los problemas de Bambi o Los tres cerditos, pero no siempre estamos de acuerdo.
Soy abogado (y un corzo). Mi cliente es un lobo, dueño de un bar, que desea impedir el acceso a ovejas y cabras. Caperucita, la fiscal, argumenta que eso es discriminatorio. “Seguro que no le importaría tenerlas en su estómago”, añade para ayudar poco.
En mi casa entra quien yo quiero, eso es fundamental. En un negocio privado, debería ser lo mismo, así lo he defendido en cada turno.
Hoy, el juez, un búho que jamás ha perdido la concentración, ha emitido el veredicto poniéndose de mi parte ─¡qué orgullo!─. Mi cliente, pletórico, celebra ahora una fiesta. Al llegar, el portero me señala que no se permiten cabras. Soy un corzo, le digo, pero él y otros muchos insisten en que ven a un cabrito.
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Menudo pajarraco el cliente del esforzado Corzo. Solo le queda llorar ante la abuela del fiscal. Mi voto y mucha suerte
Un pajarraco ese lobo, sí.
¡Muchas gracias, Juan Manuel!
Un abrazo.
A ver, los corzos y los cabritos se dan un aire. Me encantaría tomar algo en el bar «El Lobo» con tamaño elenco de personajes. Mi voto y un abrazo.
¡Mil gracias, Esteban!
Me apunto… A ver si nos dejan entrar, que este lobo es probable que vete también a los humanos.
Un abrazo.
Pues como se empeñen en mirar así…
Impresionante el reino que te has montado. Voy a enviar mi currículo de princesa, a ver si tengo suerte.
Un abrazo, Gabriel.
¡Mil gracias, Margarita!
Princesa de los cuentos y de los microcuentos ;-)
¡Un abrazo!
Buena fábula y micro original. Felicidades Gabriel. Ahí va mi voto. Suerte.