El secreto
Rafael Camarasa Bravo · ValenciaCaín miró la orla de la Facultad de Derecho. Abel, con el birrete torcido y gesto de orgullo, junto a él, en la primera fila de fotos. No pudo evitar soltar una palabrota al ver la candidez de sus rostros. Temeroso, se volvió para mirarlo. Sentado en la silla, caído sobre el escritorio, yacía estrangulado. La cabeza reposaba en un folio con el membrete de Caín y Abel, abogados matrimonialistas. Más allá, una foto del día de su boda. -No me quiso revelar el secreto -alegó Caín en el momento de su detención. -¿Qué secreto? –preguntó el policía. -Veinticinco años trabajando juntos, y veinticinco años resolviendo los mismos casos. Sota, caballo y rey -dijo con la mirada perdida-. Y lo mejor de todo es que aún disfrutaba con este trabajo. En el coche, hundió el rostro entre las manos y se derrumbó. -¿Cómo lo hacía? -gritaba- ¿Cómo coño lo hacía?