Vidas
Dori Siverio Fumero · TenerifeMarcos se entretenía jugando a juicios y en el patio del cole, en todos los recreos, dibujaba una balanza en la arena del suelo, mientras, su amigo Ramiro, corría tras el balón. Fabricó una maqueta; una sala de juicio, con sus magistrados, reo, jurado¡€™Jugaba con las figurillas vestidas con toga, había condenas y absoluciones en aquella sala arquetipo de una real. La maestra, orgullosa, envió un aviso a sus padres: en el informe ponía que su hijo iba a estudiar Derecho o si no ella se haría monja. Tan segura estaba. Hoy, veinte años después, Marcos ha frecuentado varios juicios; está en la cárcel por su vida desalmada. La señorita Irene, la profesora, no se hizo religiosa pero hace visitas a Marcos y entre lloros y regaños, le recuerda su prodigiosa niñez. Ramiro le ha defendido en varios litigios, pero es un caso perdido.